lunes, 16 de septiembre de 2019

A 40 años de la casi guerra con Argentina

Por Paulina Sepúlveda


Hace cuatro décadas la posibilidad de la guerra fue real. Pero la población chilena desconoció en gran parte esa certeza. Un conflicto que planteaba tres frentes con Argentina, Bolivia y Perú. Asimetría que posicionaba a Chile como el posible derrotado.

En diciembre de 1978 se vivió la posibilidad real de una guerra durante el siglo XX para Chile. El 22 de diciembre Argentina se tomaría por la fuerza las islas Picton, Nueva y Lennox. Pero pese a la amenaza, la guerra no se concretó. Actor importante en ese proceso fue la Iglesia Católica. En medio del denominado Conflicto del Beagle, desacuerdo entre Argentina y Chile sobre la soberanía de la traza de la boca oriental del canal Beagle, y cuando ya se conocía que la nación vecina atacaría, el Papa Juan Pablo II anunció que un delegado personal visitaría ambos países. El objetivo era un acuerdo diplomático y evitar así que estallara la guerra.

Fue un día como hoy hace 40 años que llega a Buenos Aires, Argentina, el cardenal Antonio Samoré. Era el enviado personal del Papa Juan Pablo II. La acción militar del vecino país estaba preparada para entrar en acción, pero dos días después la orden fue otra. A la Fuerza de Submarinos se le indicó replegarse. Lo mismo al resto de los cuerpos militares, a los que se les informó aguardar por nuevas instrucciones.


Riesgo inminente

En año de crisis entre Argentina y Chile, fue además el tiempo en que se estaba construyendo el Túnel Cristo Redentor, el paso fronterizo en la Cordillera de los Andes que uniría ambas naciones. Sin embargo, la tónica entre los países era compleja. Cuando en marzo de ese año Chile anunció que ya había finalizado lo que correspondía a su parte, en Argentina habían avanzado solo 600 metros.

De algún modo, lo anterior graficaba la disposición de Argentina en relación a Chile: no existía el ánimo de “unir” ambas naciones. Por lo mismo la posibilidad de un conflicto armado por el Canal de Beagle fue muy conocido en la población trasandina. Lo que en Chile se trató de evitar.

En 1978 se aprecia un desconocimiento general de la población sobre la noticia del Beagle. En el gobierno chileno la preocupación era el rechazo de Argentina al laudo arbitral que realizó la reina Isabel II, por la zona en conflicto. Mediación que ambos países habían solicitado en 1971 para resolver la disputa limítrofe.

En enero de ese año, el gobierno argentino rechazó el laudo de la reina de Inglaterra. La decisión creó un clima bélico hacia Chile. De ese modo, se quebraba una larga tradición de respeto a los arbitrajes internacionales.



Pero todo aquel escenario pre bélico era desconocido por la población en Chile. Octavio Avendaño, sociólogo de la Universidad Alberto Hurtado, explica que no existía conciencia de ese riesgo inminente por las razones políticas y sociales que se vivían en ese momento. “La mayor preocupación se vive a nivel de Cancillería y Estado propiamente tal, pero no concitó mayor interés en la opinión publica”.

Chile era muy distinto al se conociera en los años 80 y 90. Estaba tratando de ajustarse a la modernización neoliberal de 1975, dice Avendaño. Realizando grandes reformas e impulsaba la apertura comercial. “Es una sociedad que está tratando de adaptarse a toda esta transformación”.


RECREACIÓN DEL CONFLICTO POR EL CANAL DE BEAGLE. FOTO: EJÉRCITO DE CHILE.




Entre mayo y junio Argentina tuvo la Copa Mundial de Fútbol, de la cual el país resulta ganador. Junto con el la euforia del triunfo, las pretensiones territoriales de Argentina en la prensa nacional ya comenzaron a ser cotidianas.

El historiador Joaquín Fermandois académico de Historia de la Universidad Católica, indica que a finales de diciembre de ese año estaba prácticamente comprobado que el ataque se realizaría, situación se impidió finalmente con la intervención directa del Papa. “Ese peligro existió y para Chile que no ocurriera fue bueno. Hubiera sido un conflicto muy peligroso en términos de perder o ganar. La posibilidad de ganar el conflicto, de defenderse exitosamente, era difícil”.

El relativo aislamiento de país, dice Fermandois, jugaban en contra. Pero además, aunque Chile vivía un régimen militar, “estaba en una gran desventaja en cuanto armamento“, aclara.

La posibilidad del riesgo bélico era más conocida en las zonas fronterizas, en el extremo sur y en el extremo norte, “pero en el resto del país se trató de mantener como una calma, como algo más o menos secreto, no se informó a la población”, señala Fermandois.

“Es difícil tratar de dimensionar si hubo una mayor incertidumbre, tomando en cuenta las condiciones que se vivían en Chile en ese momento, un periodo de dictadura en que todavía no se decretaba la Ley de Amnistía, en que había una persecución intensa y un clima interno bastante convulsionado para que el eventual conflicto fuera relevante”, agrega Avendaño.

Aquello ocurría, dice Avendaño, porque el gobierno evitó que los medios dieran a conocer esa realidad. Había información, pero no era algo que concitara o movilizara a la población. “A nivel de Estado, de las élite de la época vinculadas a las Fuerzas Armadas, y sobretodo al régimen, sí había una preocupación y habían iniciativas al respecto como establecer canales de comunicación con la Iglesia y vías diplomáticas”.

Lo que se conocía era a través de cables informativos. Más alarma existía, indica Fermandois, en Argentina, donde el gobierno alarmó a su población como un medio de presión interna.

La relativa distancia frente al conflicto de la población chilena terminó en diciembre. Fue en ese mes, el día 18, cuando se conoce la confirmación oficial de que Argentina atacaría. “Apareció acá en Chile una noticia, un cable de EE.UU., que indicaba que un vocero sin nombre del Departamento de Estado de ese país había dicho que el fin de semana siguiente Argentina ocuparía las islas del sur de Chile. Eso fue grave porque si lo anuncian es porque quieren evitarlo, que se sepa, y saben que si es así es más difícil que se realice, indica Fermandois.


LA ESCUADRA NACIONAL EN EL CANAL DEL BEAGLE EN DICIEMBRE.


Ahí la sensación en la población chilena fue que el conflicto era real y algo serio. Aquí no era lo mismo que en Argentina, no existía una alarma pública en la población, en parte, dice Fermandois, para no ser prisionero de esa alarma porque el país que podía verse perjudicado por una guerra. “Una guerra que podría haber tenido además tres frentes, con Argentina, Bolivia y Perú, eso habría sido probable, pero no lo sabemos porque no pasó”.

Hasta ese momento mucha gente no le dio importancia. “Se decía que era cosa de los militares, que este es un cuento. Hubo gente que 10 años después todavía seguía sin creer en la gravedad. Y ahora sí se tiene más conciencia naturalmente de lo que pasó. Yo creo que Pinochet tenía claro que en caso de perder había un derrumbe del régimen militar profundo, porque un régimen militar y derrotado además militarmente, se debilita”, indica Fermandois.


















domingo, 15 de septiembre de 2019

1978. Tempestad en el Beagle (extracto)


PALABRAS INICIALES


El presente trabajo es un esfuerzo por rescatar parte de nuestra historia reciente, una que por diversas razones es desconocida para muchos a pesar de tener muchos de sus protagonistas transitando por nuestras calles y que en silencio muchas veces recuerdan uno de los episodios más críticos de nuestra historia. La crisis del Canal Beagle de 1978 es parte de un proceso mucho mayor a lo que nosotros podemos vislumbrar, sin lugar a dudas fue un momento crítico que mostro lo mejor de lo nuestro, tanto la vocación de paz de nuestra Patria como la entrega total a la defensa de los superiores intereses de la nación. Aquellos momentos tensos de 1978 fueron vividos por miles de chilenos desde el árido desierto a los hielos australes, siendo movilizados a la frontera o las tareas de apoyo a la defensa, muchos civiles nunca supieron los angustiantes momentos que vivió nuestra Patria, en donde la destreza diplomática en la búsqueda de un acuerdo iba acompañada de la estrategia militar en la conformación de la defensa, ambos elementos son claves para comprender la importancia de la movilización más grande de las Fuerzas Armadas chilenas en toda su historia. A través de los pasajes de este libro el lector podrá conocer, en forma resumida, algunos antecedentes de la controversia así como también los procesos claves de aquel año, sin embargo este libro no pretende ser un libro de historia más, nuestra aspiración principal es dejar plasmado las vivencias de aquellos que desde distintos lugares de la frontera, ya sea a lomo de caballo, embarcados, en una trinchera o surcando los cielos de la Patria, fueron parte de uno de los capítulos más importantes de nuestra historia. Este libro está dedicado a ellos como también a las nuevas generaciones, aquellos niños que viven en un Chile en paz y progreso pero que desconocen la historia de aquella generación en la frontera.

Los Autores
Francisco Chahuan – Diego Piedra – Francisco Sánchez





CONTEXTO DE LA CRISIS DE 1978

La controversia sobre el Canal Beagle comenzó a tomar forma en los primeros años del siglo XX, existiendo infructuosos esfuerzos para encontrar una solución. Esta controversia se basaba en visiones distintas en la proyección y delimitación de las islas en el lado oriental del canal, la cual derivó a una proyección oceánica de envergadura. Diferentes incidentes limítrofes fueron conllevando distintas situaciones de tensión entre Chile y Argentina durante ese tiempo, como son el caso en 1958 del incidente de Islote Snipe y en 1965 con Laguna del Desierto, hecho que conlleva a un alto nivel de tensión tras la muerte del teniente Hernán Merino Correa de Carabineros de Chile. Tras diferentes instancias de diálogo, el arreglo se encauza entre 1967 y 1977, la primera fecha en virtud del Tratado General de Arbitraje de 1902, y la segunda, año en que se suscribe el Compromiso Arbitral que establece el procedimiento al que se debía someter el juicio de la soberanía de las islas Picton, Lennox, Nueva y roqueríos adyacentes. En el intertanto, otro instrumento de solución pacífica había sido suscrito entre Chile y Argentina: el Tratado sobre Solución Judicial de Controversias de 1972, lo cual era producto de un largo proceso de encuentro entre ambas naciones para llegar a la solución de diferencias limítrofes. El Laudo Arbitral de 1977 puso término definitivo a esa larga controversia, confirmando la soberanía de Chile sobre las islas Picton, Lennox y Nueva, además de las otras islas e islotes aledaños y determinando el límite entre las jurisdicciones territoriales y marítimas de ambos países en la zona del arbitraje.
Una vez conocido el Laudo Arbitral que puso fin a la controversia sobre el Canal Beagle, se planteó la necesidad de llegar a la delimitación de los demás espacios marítimos en la zona austral. El Laudo debía ser implementado en febrero de 1978, lo que conlleva a una serie de reuniones y encuentros que de a poco fueron tensando una relación que hasta ese momento se mantenía más bien en estado de cordialidad.
En el mes de mayo de 1977, el Gobierno argentino invitó al Gobierno de Chile a iniciar negociaciones destinadas a obtener una delimitación en las regiones marítimas australes. El Gobierno de Chile aceptó la iniciativa argentina señalando que esa delimitación debía hacerse a partir del término de la línea limítrofe fijada por el Laudo Arbitral, recién dictada por su majestad Británica respecto al Canal Beagle.
Durante el resto del año de 1977 se desarrollaron, tanto en Santiago como en Buenos Aires, conversaciones y negociaciones tendientes a materializar tal delimitación. Sin embargo, esas gestiones no prosperaron por diferencias sustanciales en las posiciones de las partes dando inicio a un conflicto de insospechadas características.
Fracasadas las negociaciones, el Gobierno de Chile decidió invocar el Tratado sobre Solución Judicial de Controversias de 1972 y, al efecto, invitó al Gobierno de la República Argentina a concurrir a la Corte Internacional de Justicia para resolver los distintos aspectos de la controversia. En estas circunstancias y para tratar de disipar la tensión surgida, los presidentes de Chile y Argentina se reunieron en Mendoza el 19 de enero de 1978. Ambos acordaron reiniciar así las negociaciones, conformando un determinado esquema de trabajo, sobre el que se logró un principio de acuerdo. Sin embargo, el 25 de enero de 1978, el gobierno de la República Argentina declaró que, a su juicio y en forma unilateral, el Laudo Arbitral de 1977 era insanablemente nulo.



Portada diario El Clarín, 26 de enero de 1978.




Al día siguiente, el Gobierno de Chile procedió a rechazar la antedicha declaración y reafirmó los derechos que conferían a Chile los tratados, el Laudo y demás instrumentos jurídicos en vigor. Posteriormente, la Corte de Arbitraje también consideró improcedente la declaración mencionada.
La situación se agravó. Nuestro gobierno, con todo, mantuvo serenidad y prudencia en la adopción de medidas preventivas e invitó nuevamente al gobierno argentino a concurrir ante la Corte Internacional de Justicia para dirimir la controversia.
Considerando el difícil momento que se vivía, prosiguieron las gestiones iniciadas en Mendoza. Ellas culminaron con el encuentro de los presidentes de Chile y Argentina en la ciudad de Puerto Montt, el 20 de febrero de 1978. En esa ocasión se aprobó un Acta que permitía iniciar una nueva etapa en la búsqueda de una solución pacífica al diferendo.


Fotografía encuentro presidencial en Puerto Montt, febrero 1978.




 En lo esencial, el Acta de Puerto Montt señaló las materias específicas en las cuales existía controversia y un sistema de negociaciones que debía desarrollarse en un plazo determinado, con la intervención de comisiones representativas de ambos Gobiernos.
La tensión en las negociaciones fue aumentando, la postura del gobierno argentino preparó a la población para un enfrentamiento armado con Chile, realizando ejercicios y movilizaciones en la frontera.
Por su parte, el gobierno de Chile mantuvo la calma y la prudencia, iniciando preparativos destinados a la defensa del territorio.
Las negociaciones basadas en el Acta de Puerto Montt finalizaron el 2 de noviembre de 1978 sin haberse logrado acuerdo en los principales aspectos en controversia. En vista de lo anterior, en esa misma fecha, el Gobierno de Chile propuso, una vez más, a su par argentino, concurrir ante la Corte Internacional de Justicia, en virtud al Tratado sobre Solución Judicial de Controversias. En su defecto, el Gobierno de Chile ofreció como alternativa la mediación de un Gobierno Amigo, dejando a salvo la posibilidad del recurso judicial, el que podía ser puesto en ejecución por ambos gobiernos conjuntamente o unilateralmente.
La situación se tornaba cada día más crítica. La comunidad internacional, con alarma, vio la paz seriamente comprometida y diversos países expresaron su preocupación.
Diciembre comenzaría con indicios de un posible acuerdo, sin embargo, el quiebre total llegó en los primeros días, iniciándose para muchos el punto de no retorno para el inicio de una guerra.
En ese crítico año de 1978 las dificultades no fueron pocas, tomándose trascendentales decisiones a nivel de gobierno con el fin de evitar el enfrentamiento y sobre todo mantener a la población del país en calma, sin embargo, pese a los esfuerzos, el peligro bélico fue inminente, movilizándose miles de soldados a los diferentes rincones de la frontera, desde el árido desierto hasta la zona austral.
Durante ese año miles de soldados fueron de a poco tomando posiciones, lejos de sus hogares y amigos, viendo como el tiempo pasaba en el desierto, la cordillera y la pampa, pasado los días y semanas los preparativos para una guerra que parecía inevitable volcó los esfuerzos del Ejército de Chile, Armada, Fuerza Aérea y Carabineros, a los distintos Teatros de Operaciones, contando con escasez de recursos en muchas ocasiones, pero, sin embargo, un alto espíritu de entrega que conllevó inmensos sacrificios en el silencio, inspirados por el amor y defensa de nuestra Patria.
De aquellos momentos el tiempo se ha llevado algunas voces, sin embargo, otras con emoción y profundo orgullo nos entregan una herencia gloriosa para nuestro país.
Tal como lo señalará G. K. Chesterton: “El verdadero soldado no lucha por lo que tiene adelante, sino porque ama lo que tiene detrás”, siendo en síntesis el sentimiento que a muchos motivo en ese largo periodo en la frontera.
En la Región Militar Austral, actualmente Teatro de Operaciones Austral Conjunto, en la región de Magallanes, sería sin lugar a dudas lugar de grandes enfrentamientos, paulatinamente durante 1978 soldados fueron construyendo trincheras y posiciones, llegando desde diferentes rincones de nuestro país a la pampa magallánica.
Natales no fue ajena a estas circunstancias, tal vez sin nunca tomar consciencia, sus protagonistas no tan sólo marcarían el devenir de la ciudad, sino también de Chile, siendo en más de una ocasión forjadores de un destino que, en pocos metros y segundos, marcó la historia de Chile y Argentina. A diferencia de otros frentes, lejanos de ciudades o poblados, en Natales serían los mismos natalinos quienes viendo las luces a la distancia de sus casas estarían en la primera línea de defensa, formando junto al Regimiento de Caballería N° 5 “Lanceros” parte de aquellos “Centinelas de Última Esperanza”, conformando una historia única y que debe llenar de orgullo a los herederos de aquellos que asumiendo el peligro y las dificultades decidieron defender su Patria hasta las últimas consecuencias.