jueves, 20 de diciembre de 2018

Conflicto del Beagle: las inéditas imágenes de un diciembre tenso

Por Sergio Rodríguez y Héctor Basoalto






A fines de 1978 era inminente un conflicto armado entre Chile y Argentina. Ambas FF.AA. se movilizaron. Actualmente, el Ejército prepara varias producciones para destacar y recordar a los soldados en la frontera.


El 22 de diciembre de 1978. Al amanecer. Tipo 4.30 horas. Con el sol “en contra”, o “a favor” si se lo considera desde el punto de vista trasandino. Ese era el día teóricamente previsto para la invasión militar de las fuerzas armadas de Argentina a las islas Picton, Lennox y Nueva. Todas pertenecientes al territorio chileno y ubicadas al sur del Canal Beagle, en la Región de Magallanes, debajo de Tierra del Fuego. De cara al Cabo de Hornos.
Fueron días tensos. En rigor semanas, meses. Un nudo ciego que parecía no destrabarse. Uno de los momentos del siglo XX en que Chile estuvo más cerca de un conflicto armado. A horas, de hecho, según se ha reconocido después. Con todo el despliegue -y la mitología- que eso significa. Hasta que la intervención del Vaticano, con el Papa Juan Pablo II a la cabeza y el cardenal Antonio Samoré en las negociaciones directas, calmaron las hostilidades y condujeron al Tratado de Paz y Amistad de 1984.
Este artículo tiene un foco particular. Contiene fotos inéditas de las tropas que el Ejército desplegó aquel 1978, no solo en el sur del país sino también en la frontera norte, ante la llamada HV3 (Hipótesis Vecinal 3), respecto de la posibilidad de tener un enfrentamiento simultáneo con los tres países vecinos. Trincheras en Tierra del Fuego, los viejos tanques M-41 en la frontera, la infantería dispuesta, tarjetas de Navidad anónimas para apoyar a los soldados. El baúl de los recuerdos del 78.



Estas fotos, además, son parte de los preparativos del Ejército para conmemorar los 40 años del Conflicto del Beagle, con una serie de producciones que buscan destacar a los miles de chilenos movilizados. “Para recordar estos 40 años del Conflicto del Beagle, la institución ha querido rendir un sentido homenaje a los miles de compatriotas que con honor, valentía y coraje se aprestaron a defender a la Patria en una de las zonas más inhóspitas de nuestro país, dando cuenta del compromiso y entrega que representan los soldados del Ejército”, señaló el jefe del departamento comunicacional del Ejército, coronel Roberto Ovalle.

En lo fundamental, esta rama castrense difundirá el libro Los soldados del Beagle 1978: testimonios a 40 años del laudo arbitral, con historias en primera persona de los efectivos, además del documental Los soldados del Beagle, que relata la visión histórica y testimonial de lo que significó la movilización de miles de jóvenes en la frontera austral, basado en entrevistas en Puerto Natales y Punta Arenas. Las recopilaciones serán difundidas en colegios y bibliotecas públicas de todo el país.

Sensaciones térmicas
Aquel diciembre la guerra parecía inevitable, luego de que Argentina desconociera el laudo arbitral del Reino Unido, de 1977, que declaraba el Beagle navegable para ambos países y las islas Picton, Lennox y Nueva bajo soberanía chilena.

El momento político también era especial, con ambos países dirigidos por regímenes militares. Augusto Pinochet era el presidente de Chile y Jorge Rafael Videla su par de Argentina.

El estilo de cómo llevar el conflicto, sin embargo, fue diferente. En la nación trasandina se lo publicitó abiertamente. Los soldados que iban al sur eran despedidos en trenes y barcos por multitudes. Las autoridades publicaban bandos y daban entrevistas. En Chile, en cambio, todo se hizo en silencio. Sin difusión. Las tropas se trasladaron de noche.

Manuel Cáceres, por ese entonces cabo 2° y artillero en Tierra del Fuego, recuerda que “habían sido muchos meses preparándonos para eso. No teníamos en la mente ser derrotados”.

Francisco Niño, en tanto, quien en 1978 era subteniente y comandante de pelotón de morteros, se acuarteló en el norte, para la línea defensiva del Desierto de Atacama: “Estábamos muy conscientes de que la cosa iba a ser dura y que nos iba a tocar pesado, muy pesado”.



Por el lado argentino, La Tercera conversó con el coronel de Ejército Jorge Alejandro Delmé, quien asistió, hace dos semanas, al encuentro de coordinación para el Ejercicio Conjunto Solidaridad 2019. “Los dos países tenemos intereses comunes. Ha habido una evolución muy positiva de las relaciones. En mi caso particular, yo participé en el 2000 en un ejercicio similar y en 2010 tuve el gusto de hacer el Cruce del Bicentenario. Creo que existe una tradición de camaradería y amistad con las Fuerzas Armadas chilenas”.

Añadió que “por más que hayamos tenido épocas complicadas, ese destino y natural amistad se traduce en la relación que hoy tenemos”.

¿Quién ganaba? Para el analista de defensa Eduardo Santos hay muchos elementos en el análisis.

“En un enfrentamiento armado puedes medir las capacidades militares, como el equipamiento, efectivos y armas, y la posición estratégica. En el caso del Beagle, en primer escenario habría sido la batalla naval por las islas. Chile estaba en desventaja, con 16 misiles Exocet MM-38 en la flota, ante 24 de los argentinos. Pero, para mí, el resultado era incierto. Ellos tenían más recursos, pero no para un desembarco efectivo”, indicó.

Agregó que “la aviación trasandina de entonces sí era mucho más potente que la nuestra, con aviones Mirage, A4 y Camberra; y su ejército también estaba mejor apertrechado. Pero Chile amenazó con una respuesta a lo largo de toda la frontera, dejando en claro que no sería una guerra localizada solo en el sur”.






Fuente: La Tercera








miércoles, 21 de noviembre de 2018

La primavera de los patriotas

Con la llegada de septiembre los ánimos tienden a cambiar. Los mayores nos ponemos alegres, mal que mal… pasamos agosto. Los más jóvenes se complacen porque ven, en este periodo, feriados, aguinaldos, circos, paradas y ramadas… Septiembre esta marcado por la primavera y por las muchas cosas que como país nos han ocurrido en esta época del año.

Por eso es que, sin caer en chovinismos, siento un moderado optimismo ante la situación política de nuestro atribulado país. Abrigo la esperanza de que septiembre y la primavera nos generen un “rebrote” de las energías positivas.

Es cierto, el país está funcionando por inercia: el apoyo al gobierno no supera el 15%, con lo cual la ciudadanía advierte que vamos a la deriva; los políticos están absolutamente desprestigiados y los partidos fraccionados por la falta de voluntad política y de entereza para cimentar iniciativas que vayan más allá del provecho de “pandillas políticas”. A pesar de todo, atisbo que algo puede pasar para que nos vuelva a gobernar la razón, la inteligencia, la estatura, la generosidad, el sentido común y los intereses de la ciudadanía.

¿Será que la primavera es una oportunidad propicia para remozarse y para movilizar voluntades? Puede ser, pero más creo que las circunstancias que vive el país, donde no hay dos diagnósticos (no conozco a nadie que diga que vamos por buen camino), piden a gritos, acciones novedosas, creativas, positivas, que no sean meros contubernios que en definitiva no cambian nada. Me resisto a la apatía: creo que llegó la hora de la acción.

Indiscutiblemente, no hay soluciones mágicas, ni liderazgos mesiánicos. El camino es otro, debemos constituir redes que, al igual que pequeños arroyos, confluyan entre todos en un “gran torrente ciudadano” capaz de cambiar el curso de los hechos. Tenemos importantes oportunidades en el horizonte. Dos elecciones, una de carácter local, en las que debemos hacer sentir en ese primer nivel el efecto de este “zumbido de descontento” para que quienes nos han dado vuelta la espalda… sientan el costo de su traición.

La segunda oportunidad serán las elecciones parlamentarias y presidenciales, y ese es el momento en el que las redes deben alcanzar su máxima intensidad… Será entonces cuando los “fastidiados partisanos”, constituidos en tramas independientes, no partidistas, y en un tejido ciudadano sin personalismos, podamos hacer valer los principios y valores de la libertad, la verdadera democracia, el libre emprendimiento, el respeto al orden, a la autoridad y a la pluralidad.

Vivimos momentos cruciales, ¡primaverales!, y por eso esta es la oportunidad para que, sin intereses personales, nos unamos en infinitas pequeñas redes que luchen por las soluciones verdaderas a los problemas que afectan a nuestra sociedad. No se necesitan nombres, firmas, fichas ni militancias, solo es necesario tener valores y principios que reconozcan que en las opciones sordas y soberbias de hoy no está la solución ni la respuesta a nuestras contrariedades.

Estas “primaverales redes de patriotas” deben ser la nueva fuerza política nacional, única acción sensata que, nutrida desde la base, se constituya en una histórica y democrática “primavera de los patriotas”, insuperable camino ante tanto engaño, tanto oscurantismo, tanta incoherencia y tanta confabulación de aquellos que tuvieron en sus manos la posibilidad de hacer crecer al país.

Cristián Labbé Galilea.

domingo, 4 de noviembre de 2018

Incidente del islote Snipe




En mayo de 1958 se produjo un incidente que casi provocó la guerra con los argentinos y que, después de lo ocurrido en 1978, viene a ser anecdótico.
En la entrada del canal Beagle existe un islote habitado por una familia chilena, el Snipe. 
El 1 de mayo de 1958 la Armada de Chile instaló allí un faro, porque el islote representa un peligro para la navegación. Siete días más tarde, la FACH, en un reconocimiento de rutina, detectó su desaparición y que en su remplazo, en la parte más alta del islote, había una estructura tipo mecano de unos cinco metros de altura, indudablemente instalada por los argentinos.
La respuesta de nuestra marina no se hizo esperar: despachó desde Punta Arenas al patrullero Lientur, reforzado con tres infantes de marina y armamento, con la misión de desarmar la torre y desalojar a los argentinos "a toda costa, a balazos si era necesario".
En la madrugada del 11 de mayo, el Lientur arribó al islote y no encontró ni rastro de los argentinos. El faro destruido estaba a unos cuatro metros de profundidad. La tripulación procedió a quitar la estructura argentina y siguió a Puerto Williams. Dos días más tarde, el comandante del Lientur solicitó autorización para ir a recuperar el faro destruido, acción por demás temeraria, porque en Ushuaia se encontraban tres fragatas argentinas que podrían zarpar en cualquier momento y encontrarse con el Lientur.
El 14 de mayo el Lientur fue autorizado para rescatar el faro. Estaba en plena faena cuando aparecen las tres fragatas argentinas y se detuvieron apuntando sus cañones al patrullero. El Lientur no tenía ninguna posibilidad si las enfrentaba, de modo que el comandante ordenó continuar tranquilamente con la operación. Cuando terminó, hizo sonar tres pitazos para ordenar retirada y -¡sorpresa!- los argentinos respondieron también con tres pitazos. Al parecer, pensaron que el Lientur estaba saludando y respondieron el saludo. Después se supo que el comodoro que estaba a cargo de las fragatas trató de pedir instrucciones y no encontró a ningún superior, y que muchas horas después le llegaron las órdenes de hundir al patrullero chileno.
Pero el asunto continuó. 
El 8 de Junio, el Lientur reinstaló el faro, respondiendo la armada argentina el 9 de agosto con su destrucción mediante cuatro cañonazos del destructor San Juan y desembarcando infantería de marina. El presidente de Chile, don Carlos Ibáñez, ordenó el zarpe inmediato de la escuadra "en pie de guerra" para desalojar "a toda costa" a los argentinos del Snipe. Cuando llegaron las naves con los infantes de marina al Snipe, los argentinos habían desaparecido no sin antes comerse las ovejas del único poblador chileno.
En Santiago, el busto de Sarmiento que se encontraba frente a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile fue a parar al fondo del Mapocho, como ocurría siempre que había problemas con Argentina.
Es de mencionar que varios oficiales subalternos que participaron en estos incidentes, en 1978 tuvieron la delicada misión de preparar y comandar la Escuadra para enfrentar a los argentinos si la guerra se iniciaba.